En 1961, los empleados de la Corporación Lockheed, parte de lo que ahora es la empresa aeroespacial y el mayor contratista de defensa del mundo Lockheed Martin, rindieron un peculiar homenaje a un inventor del área de la bahía. Ayudaron a reconstruir la máquina que lo mató. Un mejor tributo podría ser este obelisco gris de la Universidad de Santa Clara, que conmemora una espectacular exhibición que él proporcionó al pueblo de Santa Clara.
John J. Montgomery, uno de los varios “padres de la aviación”, murió en 1911 mientras probaba su nuevo planeador en el área de Evergreen en San José. Fue un final sombrío para el inventor, a quien se le atribuyen los primeros vuelos tripulados y controlados de máquinas más pesadas que el aire en América.
A principios del siglo XX, Montgomery, un profesor del Santa Clara College (ahora Universidad) demostró las notables habilidades de sus planeadores en los terrenos de la universidad. El 29 de abril de 1905, Montgomery y su frecuente colaborador, el paracaidista profesional Daniel Maloney, lograron una hazaña tecnológica y desafiante de la muerte. Tirado por un globo aerostático, Maloney ascendió al cielo dentro del planeador El Santa Clara, llamado así para la ocasión. A unos 4.000 pies de altura, Maloney se soltó y planeó elegantemente durante 20 minutos, aterrizando de forma segura. El dúo, durante los meses siguientes, repitió este espectáculo varias veces, con Popular Mechanics llamándolo “La prueba más audaz de máquina voladora jamás hecha”.
Tristemente, fue en efecto demasiado atrevido. Una prueba en el campus de la universidad, unos meses más tarde, terminó matando a Maloney, y Montgomery tampoco se quedó mucho tiempo en el mundo. Después de una pausa de varios años, Montgomery volvió a volar, con el apoyo de un fanático de los vuelos locales, Victor Loughead. Pero en 1911, Montgomery estrelló su planeador en su primer vuelo, muriendo de sus heridas un puñado de horas después. Según se dice, sus últimas palabras fueron, “¿Cómo está la máquina?”
En cuanto a Victor, él y sus hermanos mecánicos quedaron fascinados por el trabajo de Montgomery, con Allan Loughead adquiriendo los derechos de un planeador Montgomery para ponerle un motor. Más tarde, Loughead cambió su nombre por el de Lockheed, y la compañía de aviones que fundó sigue prestando su nombre a Lockheed Martin. El obelisco de la Universidad de Santa Clara, erigido en 1946, es digno de elogio por parte de Alexander Graham Bell: “Todos los intentos posteriores en la aviación deben comenzar con la máquina Montgomery”.
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