Abadía de Tamié en Plancherine, Francia

La Abadía de Tamié se encuentra en un entorno sereno en la cordillera de Bauges, en la región francesa de Saboya. Fundada en la década de 1130, hoy en día alberga a una treintena de monjes trapenses que dirigen una pequeña lechería y quesería que produce la Abadía de Tamié, un queso blando hecho con leche de vaca cruda.

A partir de 2016, el monasterio procesó alrededor de 1.000 galones de leche por día, haciendo unas 880 libras de queso de la Abadía de Tamié, que es prensado y moldeado en ruedas. Luego se sumerge en un baño de salmuera durante dos o tres horas antes de ser trasladado a las bodegas de la abadía, donde se voltea cada dos días y se añeja durante cuatro semanas.

La Abadía de Tamié se compara a menudo con el Reblochon, pero es un poco más gruesa. Ambos quesos se elaboran con leche cruda, realzando el terruño, o el sabor y el gusto característico que le confiere el entorno en el que se elabora. Esto ayuda a dar a la Abadía de Tamié su sabor a nuez, afrutado y característico de la tierra.

El Abbaye de Tamié se elabora exclusivamente en la abadía y se vende en toda Francia. Pero como está hecha con leche no pasteurizada, no siempre cumple con las regulaciones establecidas por otros países. En los Estados Unidos, por ejemplo, el queso hecho con leche no pasteurizada está prohibido, a menos que sea añejado por lo menos durante 60 días. Así, mientras que en Estados Unidos se encuentra la Abadía de Tamié, se madura durante 60 días, en lugar de las cuatro semanas habituales, para cumplir con la normativa local.

No queriendo desperdiciar nada durante su proceso de elaboración, los monjes de la Abadía de Tamié idearon un uso innovador para sus subproductos. En 2003, construyeron una planta de metanización. Usando un proceso que involucra el maravillosamente llamado Manto de Lodo Anaeróbico Upflow, son capaces de usar el exceso de suero y agua blanca para producir biogás.

El resultado es principalmente gas metano que se utiliza para alimentar el sistema de agua caliente de la abadía. El éxito de esta iniciativa ha inspirado otros sistemas de este tipo en Francia, en particular la central eléctrica “a base de queso” de la cercana Albertville, que suministra electricidad a 1.500 residentes locales. —