En el elegante distrito de Marina, en Dubái, docenas de yates blancos esperan en el muelle.
AFP.- En Dubái, las empresas y los empleados que trabajan para el sector del lujo siguen sumidos en la incertidumbre sobre su futuro en plena crisis por la pandemia. A lo largo de un canal bordeado de rascacielos, la multitud habitual de turistas ha desaparecido.
“Se ha perdido casi el 95% de la facturación, por no decir el 100%”, dice el codirector de una empresa de alquiler de yates.
Con la interrupción del transporte aéreo y las medidas de contención, este joven expatriado francés, que solicitó el anonimato, tuvo que interrumpir sus viajes y sesiones de pesca a mediados de marzo.
En Dubái, la economía más diversificada del Golfo, la expansión del sector de los servicios, que emplea a cientos de miles de trabajadores extranjeros con salarios bajos, ha hecho del lujo algo banal, accesible en sus famosos centros comerciales.
Pobre en petróleo, la ciudad-estado se ha convertido en un centro financiero, comercial y turístico, así como en un paraíso de confort y tecnología para los emiratíes, turistas y expatriados que trabajan en consultoras o marketing.
Demanda muy baja
El gerente de los yates, que pertenecen a propietarios adinerados, y su socio los autorizaron para reanudar su actividad de forma limitada, pero en pleno Ramadán, hay “muy poca demanda”. A este ritmo, “podemos aguantar hasta este fin de año o principios de enero”, declaró.
El joven francés añade que la pequeña empresa ha perdido hasta 80,000 dólares desde el comienzo de la crisis.
“Los empleados solo recibieron el 50% de su salario en marzo y tuvieron que tomarse un permiso al mes siguiente”, dijo el responsable, que decidió recurrir al Estado para pedir ayuda.
Desde el comienzo de la crisis sanitaria, los Emiratos Árabes Unidos anunciaron miles de millones de dírhams para apoyar a la economía e implementaron medidas para ayudar a las empresas, principalmente exenciones de impuestos y autorizaciones para despedir a trabajadores extranjeros, reducir sus salarios o imponer vacaciones no remunerada.
Esta perspectiva despierta los temores de Lila, una joven nepalí de 23 años que llegó a Dubái justo antes de la crisis. Fue reclutada en enero por una empresa que permite llamar a personal de limpieza en cualquier momento mediante una aplicación móvil.
En una suntuosa torre residencial donde trabaja, Lila explica que varios de sus compañeros han sido despedidos. Por lo que, esperan impacientes que se reanude el tráfico aéreo para regresar a sus países, especialmente a Nepal o Filipinas.
“Me retendrán porque soy nueva. El problema es el salario: no sabemos si lo reducirán o cuál será la situación en los próximos meses”, confiesa la joven. Ella recibe alrededor de 1,500 dírhams (cerca de 410 dólares) por mes. “Ya no es un buen salario”, lamenta.
Pequeñas y medianas empresas
Los servicios representan aproximadamente el 80% de la economía de Dubái y “todos se verán afectados en diversos grados por la crisis del coronavirus”, especialmente el turismo, el comercio y el sector hotelero, observa James Swanston, analista de Capital Economics, un Empresa de consultoría con sede en Londres.
Dubái recibió a más de 16 millones de visitantes extranjeros en 2019 y esperaba 20 millones este año.
“Si las medidas de distanciamiento social y restricción de viajes continúan durante tres o cuatro meses, esto provocará una caída del 5% al 6% del PIB, al menos este año”, vaticinó Swanston.
“La respuesta de las autoridades muestra que consideran a las pequeñas y medianas empresas como un componente esencial”, agregó. Sin embargo, señaló la falta de “apoyo directo” para los trabajadores con ingresos bajos.
Las organizaciones de defensa de los derechos humanos critican duramente la situación de los trabajadores extranjeros en el Golfo. Vani Saraswathi, de Migrant-Rights, se pregunta: “¿Qué medidas se implementarán para evitar que estas personas se angustien aún más?”