Esta extraordinaria fundación de arte privada en las afueras de Barcelona conocida como Espai Xavier Corberó es una inmensa y laberíntica casa-museo. Todo dedicado a la memoria del célebre escultor catalán Xavier Corberó.
Corberó es más conocido por sus monumentales esculturas públicas y también fue el diseñador de las medallas olímpicas de verano de 1992. En 1967, Corberó adquirió una antigua granja llamada Can Cargol en Esplugues de Llobregat, un tranquilo pueblo conocido por sus históricas mansiones, fábricas de cerámica y monasterio medieval. Corberó imaginó un gran proyecto para la casa y sus alrededores. Transformó la calle que está a su lado en una de las más pintorescas callejuelas de Cataluña. En los antiguos huertos de Can Cargol, erigió su sueño de toda la vida, un enorme taller.
Este fascinante complejo estaba destinado a ser la sede del escultor, una exposición de su colección privada y una residencia para jóvenes artistas de talento. La obra maestra arquitectónica está compuesta por nueve edificios interconectados, 12 patios y más de 300 arcos. Un mundo onírico que refleja el futurismo italiano y las fantasías surrealistas.
En la entrada, un conjunto de esculturas de basalto da la bienvenida a los visitantes. En el corazón del complejo hay una majestuosa plaza, un diálogo metafísico entre esculturas gigantescas y enigmáticas. Debajo de la plaza, hay un asombroso espacio parecido a una caverna que alberga conciertos. Una vez utilizado como garaje, ahora es conocido por su excepcional acústica. Los edificios que rodean la plaza ofrecen infinitas posibilidades, desde imponentes torres con espléndidas vistas, hasta íntimas galerías con una chimenea contemporánea.
La zona más restringida del espacio de la fundación es un microcosmos subterráneo, el homenaje de Corberó a la historia de la villa de Esplugues de Llobregat. Corberó concibió este espacio como su residencia en torno a un patio interior de diferentes niveles, que ilumina las habitaciones como un caleidoscopio. Las misteriosas habitaciones son un verdadero santuario y un gabinete de curiosidades que preserva el legado de Corberó. Estos incluyen, artefactos exóticos, muebles de estilo Biedermeier, sillas de Gaudí, reliquias personales, y recuerdos de la vida del escultor.
La sorpresa final es el propio museo de Corberó que muestra una selección de obras de toda su carrera. Es el mejor testimonio del genio catalán, cuyas obras pueden ser admiradas en Europa, Oriente Medio y Estados Unidos.
—