La fabricación de esferas navideñas en el Pueblo Mágico de Tlalpujahua.
Las calles empedradas y construcciones virreinales de Tlalpujahua México son desde hace ya 16 años sede de la Feria de la Esfera ?que se extiende de octubre a diciembre-. La fabricación de estos adornos navideños son la base de la economía de la región. Cada año los turistas llegan para comprar esferas, pero sobre todo, para observar cómo toman vida con un suave soplo.
Tlalpujahua es uno de los Pueblos Mágicos de México y está ubicado en la parte oriental del estado de Michoacán. El municipio, junto a Chignahupan, en Puebla, está entre los cinco primeros sitios a nivel mundial en producción artesanal de esferas navideñas mediante el vidrio soplado. En la actualidad hay cerca de 200 talleres que elaboran al año más de 100 millones de piezas.
Alrededor del 60 por ciento del total de la producción se exporta a países como Estados Unidos, Canadá, Argentina, Japón y Malasia, el 35 por ciento se vende en el país y el cinco por ciento restante en Tlalpujahua durante la feria.
“Lo que empezó como una necesidad de trabajo y la única manera de ganarse la vida es ahora un arte famoso en todo el mundo”, dice el presidente de la Asociación de Artesanos, Alfredo Monroy.
Monroy tiene aún muy presentes sus inicios hace 40 años en la fábrica de esferas de Joaquín Muñoz Orta. Lo primero que aprendió fue a soplar “desde lo más hondo de sus pulmones” a través de un tubo de vidrio que se calienta a unos 200 grados centígrados en un soplete. Con el aire se le da la forma y el tamaño planificado a la pieza.
“Recuerdo que un día al estar soplando dejé volar mi imaginación y lo que resultó fue una esfera con un toque diferente como si tuviera un resplandor. Es una innovación que sigo haciendo”, comenta Monroy, que tiene su propio negocio desde hace 27 años.
Una vez soplada la esfera se la baña en líquido plateado, y se sumerge en agua caliente donde se mueve constantemente para que al sacarla quede plateada.
Luego se deja secar y se pinta a mano para posteriormente cortarle la pata y colocarle la argolla. El tiempo de elaboración depende del tamaño y decoración pero se estima un promedio de 20 minutos.
Son esferas que van desde los dos hasta los 25 centímetros de circunsferencia con tantos colores (lisas, diamantadas, brillantes, mates) y diseños como se pueda imaginar para colocar en el árbol de Navidad.
Ángeles Soto tiene su puesto desde hace cuatro años en la feria y explica que los precios oscilan entre 12 y 70 pesos (0,7 centavos de dólar a cuatro dólares) la docena de esferas, aunque depende del tamaño y el color.
Sus principales compradores proceden del estado de México, con el que Tlalpujahua limita al sur. Soto dice que en general la gente regatea mucho por el precio, con lo cual no se está valorando el trabajo artesanal en su justa medida.
En los últimos años la competencia, que los artesanos califican como “desleal”, de las bolas navideñas de fabricación china ha generado una bajada en las ventas de las esferas artesanales de hasta el 70 por ciento, especifica Monroy.
Esto les ha obligado a abaratar los precios, aunque, según explica el artesano, la diferencia de calidad entre ambos productos es evidente: “Las chinas están hechas a máquina y son de plástico, por eso son más baratas, a diferencia de las nuestras hechas a mano y de vidrio, que además tienen un puntito en la parte de abajo que las distingue”.
En 2012 las esferas de Tlalpujahua fueron elegidas como adorno navideño del Vaticano, para lo que se trasladaron hasta Roma 500 piezas gigantes.
El antiguo pueblo minero también es conocido por su fruta en conserva y por la iglesia de Nuestra Señora del Carmen, cuya portada barroca es una de las más apreciadas del centro del país, decorada con mascarones y figuras de sirenas y tritones. Además alberga una pequeña tienda llamada La Casa de Santa Claus, un referente imprescindible para que la Navidad no pase inadvertida.
Tip. Cada sábado ofrece un desfile navideño acompañado del encendido de luces navideñas en el centro.
Con información de dpa.