En los años 50, Cuba fue gobernada por una dictadura bajo el control de los Estados Unidos, con Fulgencio Batista como presidente. Fidel Castro y el Che Guevara poco a poco fueron tomando el mando de toda la isla derrocando el poder para instaurar una república comunista. Fue un momento de gran turbulencia e incertidumbre para el pueblo cubano.
En medio de este caos, Batista encargó una estatua colosal que representaba a un Cristo Bendito (similar al famoso de Río de Janeiro). Fue un último esfuerzo para ganar el apoyo popular, y habría estado lista justo a tiempo para las celebraciones de Navidad. La estatua era una pieza simple pero impresionante hecha por Jilma Madera, una conocida escultora cubana. Fue hecha en Italia, tallada en mármol de Carrara, y bendecida por el Papa Pío XII.
Lamentablemente, parecía que la mala suerte seguía al monumento. Dos semanas después de su inauguración, Fidel Castro y sus militantes conquistaron La Habana y tomaron el mando de la isla. Con la religión hecha ilegal y la zona militar cercana a la estatua bajo estricto control, el Cristo Bendito permaneció olvidado durante más de 30 años bajo una creciente vegetación, hasta que el gobierno reabrió el sitio en los años 90.
Hoy en día, la estatua se encuentra en un hermoso parque en el “pueblo” de Casablanca, frente al puerto de La Habana. Desde su posición en la cima de la colina se puede ver una increíble vista de la ciudad y el puerto. Para llegar al lugar tendrás que hacer una larga cola con los cubanos (parece que pocos turistas conocen el lugar), tomar un ferry bastante abandonado, subir una pequeña colina y serás recompensado con el mejor lugar de la ciudad para una excursión el domingo por la tarde.