La guerra civil de Nepal, conocida también como la Insurgencia Maoísta, duró más de diez años antes de que se aboliera la monarquía, dando lugar a la República Popular. Hoy en día, un parque de cuatro acres y medio cerca del Museo del Palacio de Narayanhiti conmemora a los que lucharon y fueron testigos de la caída del último reino hindú del mundo.
El camino hacia la democracia comenzó mucho antes de la Guerra Civil. En 1951, el poder fue arrebatado a la familia oligárquica Rana y el primer gobierno elegido democráticamente se estableció en 1959. Cuando el Congreso Nepalés se alió con el Frente Unido de Izquierda en 1990 para impulsar reformas democráticas, los grupos comunistas se unieron en torno a políticas de reforma alternativas y la nación comenzó una lenta marcha hacia el conflicto armado. En última instancia, China apoyó a los revolucionarios maoístas, mientras que los Estados Unidos, el Reino Unido y Bélgica apoyaron a la oposición, una extensión del Gran Juego que se desarrolló en Asia central y meridional durante siglos.
Al igual que la nueva república, el monumento en sí fue el resultado de batallas políticas y años de tumulto. Después de que se colocara la piedra angular en 2012, los organismos gubernamentales comenzaron a discutir sobre las historias que contaría el monumento, lo que representaría y quién lo administraría. Los desacuerdos e innumerables ajustes en los diseños de los parques ralentizaron la construcción, un síntoma, y quizás el resultado directo, de la incertidumbre sobre la identidad emergente de Nepal. En abril de 2015 se produjo un gran terremoto, seguido de un bloqueo de materiales procedentes de la India, lo que retrasó aún más la finalización del parque. Finalmente se abrió al público en la primavera de 2020.
Hoy en día, el parque cuenta con jardines, piscinas, senderos de piedra y una gigantesca estructura elíptica en pedestales que representan los cuatro puntos cardinales y conmemoran a los que murieron o resultaron heridos durante la revolución. El parque se encuentra junto al Palacio de Narayanhiti, un lugar simbólico, dado que la masacre de la Familia Real en 2001 en el palacio allanó el camino para el colapso de la monarquía y el establecimiento de la república.
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