En 1968, en el distrito rural de El Palmar de Troya en Utrera, cerca de Sevilla, unas niñas que recogían flores presenciaron una visión de la Virgen María. A medida que se corrió la voz de la visión, la zona comenzó a atraer tanto a buscadores como a videntes, entre ellos un laico de Sevilla, Clemente Domínguez.
Domínguez informó de sus propias visiones y aprovechó el fervor religioso que le rodeaba. De acuerdo con sus visiones, la Iglesia Católica se había vuelto progresiva y herética. A la muerte del Papa Pablo VI en 1978, Domínguez se nombró a sí mismo como sucesor, el Papa Gregorio XVII. Excomulgó a Juan Pablo II como “usurpador, apóstata, antipapa traidor y precursor del Anticristo”.
La organización religiosa que fundó se llamaba Carmelitas de la Santa Faz u Orden de las Carmelitas de la Santa Faz, y con el tiempo pasó a ser conocida como la Iglesia Católica Palmariana. Para sus seguidores, el cambio en el catolicismo no vino de ellos sino del Vaticano, y Domínguez estableció una serie de normas rígidas, desde la instauración de la misa en latín, hasta la vestimenta conservadora, la prohibición de los cines, la televisión, la prensa y el contacto con personas ajenas a la secta. A pesar de todo esto, el grupo se hizo conocido por numerosos escándalos sexuales, que a menudo involucraban al propio Domínguez. Nada de esto ha disuadido a sus seguidores, y el 70 por ciento de la financiación de la secta proviene del extranjero. Como es de esperar, la Iglesia Palmaria también aparece en la obra El Código Da Vinci del autor Dan Brown.
A la muerte de Domínguez en 2005, Manuel Alonso Corral se proclamó Papa Pedro II. Le sucedió en 2011 Jesús Ginés, apodado Padre Sergio María, que se convirtió en Gregorio XVIII hasta que renunció en 2016. El Papa Palmario es ahora el suizo Joseph Odermatt, o Pedro III.
La Basílica de la Iglesia de El Palmar de Troya es un impresionante edificio, iniciado en 1976 y completado 30 años después. Está rodeada por una pared de 2.000 pies de diámetro y 12 pies de altura.