A veces la línea entre la ciencia y las teorías conspirativas puede ser confusa. Un tema popular donde estos campos se cruzan es la egiptología y el origen de las pirámides. Hoy en día, hay cientos de teorías sobre cómo se construyeron las pirámides, variando en los niveles de plausibilidad. Uno de los antepasados de estas teorías, curiosamente, fue tanto un prominente científico como alguien que tenía interesantes puntos de vista sobre la creación de las pirámides.
Isaac Newton fue el primero en sugerir, en 1704, que se podrían hacer mejores observaciones astronómicas a grandes altitudes. Sin embargo, nadie estudió esta teoría hasta que Charles Piazzi Smyth solicitó al almirantazgo en 1856. Varios meses más tarde, viajó a la isla de Tenerife y montó un telescopio de 3,6 pulgadas en la cima del Monte Guajara, un pico de 2.700 metros. Sus hallazgos demostraron lo que Newton estaba postulando. Animó a más investigadores a construir telescopios a mayores altitudes a lo largo de la historia. Con su recién encontrada fama y reputación, Smyth se centró en un nuevo tema, la piramidología.
Utilizó un equipo especialmente diseñado para medir las piedras de la pirámide, los ángulos de la construcción y las secciones interiores. También diseñó una cámara especial para la fotografía de interiores y exteriores, algunas de las primeras y más precisas fotos de la época. Sin embargo, también se consumió en probar que las pirámides eran un signo de intervención divina.
Su principal evidencia fue una unidad especial de longitud conocida como la pulgada de la pirámide, que permitía relaciones numéricas entre las pirámides y el cosmos. No es de extrañar que la Sociedad Real se negara a publicar el trabajo y también lo hicieron otras revistas. Smyth se tomó esto muy personalmente y renunció a la prestigiosa asociación. Abogó por su teoría durante toda su vida, y fue un duro crítico del sistema métrico.
Aunque pueda parecer extraño ahora, esta teoría fue un argumento importante en la discusión para la metrificación de los Estados Unidos y el Reino Unido.
Aunque la vida de Smyth estuvo llena de controversia, se le considera uno de los astrónomos más prominentes de Escocia. Su lápida lo atestigua, ya que es una pequeña pirámide con una placa muy prolija. Aparte de los detalles habituales también se lee:
“Astrónomo Real de Escocia de 1845 a 1888, que ganó un renombre imperecedero por sus viajes a tierras lejanas en busca de objetos científicos, y por sus eminentes escritos e investigaciones astronómicas y otras investigaciones científicas. Tan audaz en la empresa como resuelto en exigir una medida adecuada de simpatía pública y apoyo a la Astronomía en Escocia. No fue menos que un emblema viviente de paciencia piadosa bajo Problemas y Aflicciones, y se ha hundido para descansar, cargado de bien ganados Honores Científicos, una estrella brillante en el firmamento de ardientes exploradores de las obras de su Creador”.